jueves, 3 de marzo de 2016

Mujer infinita de luces infinitas...

Finalmente te asesinaron,
mujer infinita de luces infinitas,
pero así confirman todo lo que no saben de ti,
todo lo que no comprenden sobre tu lucha,
sobre el corazón con el que un día decidiste
—no ahora, sino hace mucho—
entregarle tu vida y tu muerte,
y tu sufrimiento
y también tu alegría
—tu alegría amorosa de todos los días—,
a una batalla perdida de antemano,
cien veces,
o mil
o un millón de veces,
todo el tiempo,
desde siempre,
en todos los lugares.


No cabe duda de que siempre tuviste perdida esa
y todas las batallas,
mujer infinita de luces infinitas,
en sus mentes, en sus cortas imaginaciones,
en sus corazones que no entienden nada
ni del amor ni de la justicia
ni de lo irrenunciable
ni de lo que no se vende ni puede comprarse,
ni de lo que no se puede
ni mucho menos de lo que sí se puede
con una pequeña claridad viviendo en el corazón,
ni del por qué, ni con qué amor,
un día, tan triste como hoy,
se puede decidir perder todas las batallas,
pues en tu corazón sabías que esta guerra,
la guerra interminable de todos los días
—a final de cuentas—
la tenías ganada en ti y para todos
en todos esos lugares de feliz encuentro,
siempre,
desde siempre,
para siempre,
mujer infinita de luces infinitas…


Te inventaste un corazón
y fuiste un corazón para todos,
con tus acciones y palabras
dejaste sembrada la tierra irrenunciable,
el espacio común,
la comunidad de un cuerpo vivo
—siempre vivo—
a pesar del desamparo,
del abandono y la renuncia,
de los interminables desplazamientos,
de las desgarraduras cotidianas,
del dolor infinito en un duelo interminable.


Hoy,
con tu muerte no termina tu vida,
que es la vida de muchos que estuvieron ahí,
antes de ti,
y que seguirá latiendo en muchos
con la poderosa fuerza intempestiva
de un amor furioso
y en duelo interminable,
después de ti,
gracias a ti,
gracias a tu esfuerzo inquebrantable
de todos los días
y a tu muerte que hace mucho
entregaste a la vida

...mujer infinita de luces infinitas.