viernes, 21 de octubre de 2011

Palabra y silencio (V)

Cuando escuchas que en el otro no hay voluntad de escucha, aunque sea por un instante, lo único que puede parecerte correcto en ese momento es recogerte en el silencio como renuncia y resignación: dos de las cosas más despreciables por la voluntad de aniquilación que generan en tu ánimo distraido.

Palabra y silencio (IV)

Más que el orgullo, se trata de la voluntad de aniquilación. Y quizá por eso justamente es que no sólo hay condena del otro sino también condena de uno mismo. La soledad de quienes alimentan su indolencia frente al sufrimietno de los demás, desde el silencio indiferente, por ejemplo, tarde o temprano constituye el infierno de la desperación y la desesperanza.

Palabra y silencio (III)

También hay silencios de profunda inhumanidad: aquellos en los que nos encierran para tenernos callados y aquellos en los que nos recogemos para negar a todos aquellos a los que no queremos oir. El silencio puede llegar a ser castigo e indiferencia...

Palabra y silencio (II)

No sólo tenemos las palabras. También hay gestos y disposiciones, voluntades puestas en práctica: expresiones silentes que atraviesan los efectos de poder que adquieren las palabras usadas para abusar de los otros.

Palabra y silencio (I)

Hay palabras que pueden construir una comunión indestructible, pero también hay palabras que pueden llevarnos a destruir toda posibilidad de comunicación... Hay palabras que condenan al otro al más violento silencio...