miércoles, 27 de marzo de 2013

A estas malditas horas


A estas malditas horas
el sueño de los ángeles no me deja dormir...

¡Malditos sean...!

Y malditos aquéllos que contemplan su sueño
porque con su ansiedad morbosa han de violar el lecho
donde espera intranquilo y apunto de estallar el deseo
que debiera agotar los recovecos silenciosos de mi cuerpo
a estas horas vacías para descansar del tiempo,
para descansar del agobio enfermo que es el día
que se niega a morir al caer agonizante y herido,
a la hora otoñal en que el crepúsculo se entrega a la noche.


A estas malditas horas

este dolor clavado en algún lugar de mi vientre
se hace más profundo justo donde ha de morder el miedo,
pues justo entonces recuerdo que ha llegado la hora
para que el gallo cante y llene de horror y de espanto
a los ojos que aún se mantienen encendidos a mitad de la noche,
como un misterio de muerte que se esconde en la niebla
y que se ha de revelar en el reflejo que duerme
en una laguna que reposa tranquila
y que se irá despertando con una luna llena que está vacía,
muerta la tentación y la locura perdida.



A estas malditas horas
la ciudad se recoge en un vulgar murmullo que persigue al silencio,
las palomas descansan en algún intersticio donde no se duerme
y donde intentan olvidar los recuerdos de su putrefacción maloliente
los cuales ha guardado la memoria de una piedra erosionada y triste,
mientras tanto, en el cálido asfalto de una calle que parece vacía,
los niños y las ratas merodean como ratas
y yo estoy cansado de este tránsito inútil de los días
y de la gente que ha perdido sus sueños pero duerme.


A estas malditas horas
escucho como llega el tren que lo desgarra todo,
escucho como nace un grito de dolor en el acero
mientras durmientes violados en su sueño
rechinan y truenan, aunque han de guardar el secreto,
como si algo en su interior se les hubiera quebrado;
sólo una lágrima descubro sin lamento
en la mejilla de un niño recostado sobre el piso,
que lo ha escuchado todo... pero está contento.


A estas malditas horas
el tren,
las palomas y la luna,
el gallo y los ángeles...


se llevan todos mi nostalgia muerta

y la escucho llorar mientras el ruido del silbato es un recuerdo incierto
y aunque las paredes de mi cuarto se sigan cayendo
yo susurraré al oído de una fantasía sin sueño
un himno para la noche que ahogará en el silencio.

La ciudad del sisnsentido, 22 de mayo de 1999.

Cuando te traicione el día

Mírate,
te detienes frente al tiempo y te deshojas
y te llega el invierno que no soportas
para ceñir contra tu cuerpo
el puñal traicionero de tu soledad.

La nieve cubre ya la alfombra de hojas
vencidas por el viento impetuoso,
que, aun marchitas,
me recuerdan tus horas desgarradas del corazón,
         atravesadas con el puñal del olvido,
                   tocadas por el cenit del tiempo.

Con un cendal cubres tu cuerpo para esconderte toda
y dentro de tu alma nace la esperanza
de que volverás con las alas desplegadas
cuando la primavera llegue
regalándote la libertad del vuelo.

Ojalá que la primavera aún te alcance
y levante para ti las ilusiones que ya no morirán;
así, cuando el rocío helado cubra tu amanecer,
la alborada que festeja al sol
anunciará un nuevo día
que aparecerá al mundo en tu mirada.

Cuando te traicione el día
y se escape la penumbra de tu noche,
recuerda que siempre podrás mirar,
            —al final de la tarde—
como se pone el sol en la mirada
que alguna vez fue tuya
             —sólo para ti—
gozando de alegría
             —a la distancia el tiempo—
mientras cae de tu rostro la desesperación al vacío
             ....cuando termine el día.



La ciudad del sinsentido, 24 de septiembre de 1998.

La almohada en el silencio

Me revuelco entre sábanas polvorosas
que aún guardan los escombros de tu ausencia,
entre los pliegues y secretos
que tu cuerpo impaciente imprimiera
en medio del desvelo
a la hora del amor
y ahora erosionados con la acción implacable
del olvido y tormentas infinitas de lágrimas tristes...

enfermas de odio,
enfermas de amor enfermo...


Estás sábanas impregnadas
con todo tipo de aromas y memorias
siguen guardando en el silencio
el recuerdo de aquellas pieles e inocencias
con las que nos protegíamos del mundo
y que hoy se han quedado mudas en tu piel y la mía
llenas de espanto...

vacías,
pero dolorosamente vacías...


Entonces quisiera todo,
quisiera haberme quedado detrás de tus pupilas
para no verme como ya no veo tus ojos,
quisiera ignorar el vacío que me engaña,
en donde me tengo prisionero y enfermo de mí,
del estúpido que soy sin ti...

Pero entonces me descubro enfermo y vacío
con un puñal clavado en el corazón...


La ira me ahoga por las noches
en el desvelo y la desesperación,
en el amanecer que me desgarra las entrañas
con insufrible impotencia
al pensar cómo se desperdiciarán tus madrugadas
en que tu vientre furioso buscará mi cuerpo
entre los suspiros de un amante nuevo
que buscará frenético,
en el último resquicio de tu cuerpo,
tu intimidad más íntima...

que se quedó en mis manos,
que se perdió en el tiempo...


Entonces sé que te volveras furiosa contra tu almohada
ahogando un grito en los silencios de tu pasión,
que sentirás que no puedes controlar tu odio,
tu desesperación,
tu desprecio por esa maldita almohada
que fue cómplice del engaño que te separó de mí
y que volvió a mis manos dolorosamente
llena de amor,
de amor por ti,
pero vacía sin poder aferrarse a ti...

ausencia y silencio
de estas sábanas que huelen a olvido.



Ciudad del sinsentido, 7 de septiembre de 1998.

domingo, 24 de marzo de 2013

Silencios III

Detrás del silencio vienes a mi memoria y te recuerdo como un grito lleno de furia y desesperación...

martes, 19 de marzo de 2013

Silencios II

Pocas cosas en el día a día son tan edificantes como los silencios en los que me guardo para amarte escandalosamente...