miércoles, 4 de mayo de 2016

En el concierto de las aguas

Se mueven solas las aguas
con una vocación incontenible
que sólo ellas conocen...

Se mueven solas,
sin tregua ni freno,
van construyendo todo paisaje
en su camino
con un impulso vital
que lo alimenta todo,
que lo devasta todo.

Su maravilloso concierto
no se detiene nunca,
su melodiosa música
no cesa en ningún momento,
ni su ímpetu se apacigua
sobre ningún territorio,
grande o pequeño,
ni en ningún intersticio
olvidado o desconocido,
ni en se entretiene demasiado
entre los diques ni en las grietas.

El movimiento de las aguas
no se detiene nunca
ni siquiera cuando parecen quietas
o apacibles...

Su estancamiento 

es un simulacro
para miradas imprudentes
que no escuchan 

ni disfrutan
su maravilloso espectáculo.

En su interior
siempre hay algo
queriendo marcharse,
algo pequeño,
insignificante,

una pequeña voracidad
que se despliega en el mundo
removiéndolo todo,
reviviéndolo todo,
pequeña humedad
que se hace presente
reclamando su propio sosiego,
buscando con total desenfreno
el ritmo y el suave equilibrio
de su fuerza inquebrantable,
de ese espíritu oceánico
que le da forma a su devenir...

con el que cincelan el mundo.